Síndrome del ama de casa

Dedicarse hoy a los cuidados del hogar ha dejado de ser una cuestión sencilla, y puede desencadenar un cuadro que ahora tiene nombre: Síndrome del Ama de Casa, que implica depresión, ansiedad, culpa y sensación de vacío.

Quizás hayas abandonado tu carrera para dedicarte a la casa y a los niños, o tal vez te tocó en suerte uno de esos hombres que no quieren que trabajes. La cuestión es que si, para llenar tu sensación de vacío, terminaste por desarrollar una obsesión por la limpieza y el orden tienes un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), que se observa en el desarrollo de un montón de rituales y manías con la limpieza o distintas tareas del hogareñas que ejecutas de un modo extremadamente repetitivo.

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En el sitio Web Psicología Clínica el psicólogo Ferran Martínez explica que "muchas amas de casa terminan por desarrollar este trastorno sin darse cuenta. Poco a poco, comienzan a dedicar cada vez más tiempo a la limpieza y todo lo que se relaciona con este aspecto les provoca un sentimiento de fuerte angustia y malestar. Estas sensaciones les llevan a limpiar y ordenar nueva y sucesivamente, porque con ello creen poder paliar el estado nervioso en que se encuentran inmersas. Con la materialización de esta acción repetitiva, consiguen un sentimiento de tranquilidad, pero solamente de carácter momentáneo, ya que, inmediatamente, cualquier atisbo de desorden o suciedad vuelve a ocasionarles la misma sensación experimentada momentos atrás".

Esto es lo que le sucede al personaje de Bree Van De Kamp en la popular serie Desperates Housewives (Amas de casa desesperadas), y se convierte en el tormento principal de su familia. Con el tiempo, hasta cae en el alcoholismo.

Psicología Clínica aporta más datos: "A pesar de ser conscientes, en muchos casos, del carácter irracional de sus manías, los afectados no pueden evitar llevarlas a cabo, porque de este modo calman en primera instancia su angustia.

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A menudo, el hecho de resistirse a sus impulsos no hace más que agravar su obsesión. Aunque no se disponen de estudios precisos que determinen la prevalecencia de este trastorno, sí se sabe que éste afecta más a las mujeres que a los hombres. También se ha comprobado que los primeros indicios acostumbran a mostrarse entre los 18 y los 25 años, y que la enfermedad puede mantenerse a lo largo de toda la vida".

Mi amiga Graciela padecía de este trastorno. No se podía entrar en su casa sin fundas en los zapatos, y mientras charlaba conmigo siempre tenía un trapo en la mano con el que frotaba casi rítmicamente todas las superficies que tocábamos. Sus hijas no tenían permitido jugar en el jardín porque, según ella, se ensuciaban. Antes de que matrimonio colapsara, fue con su marido a hacer terapia de pareja, y allí fue cuando la psicóloga le detectó el trastorno que estaba minando su relación.

Finalmente, al terminar por hacer consciente y aceptar lo que le sucedía, se decidió a hacer terapia y pudo superarlo.

En Twitter @aleherren

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